20.3.08

JUEGO DE FUEGO, ESPECTÁCULO DE TEJA

Los espejos coincidieron a las tres treinta del tres de marzo. En un extremo de la Mesa, estaba el espejo al cual llamaremos T, y en el otro se encontraba el espejo L. La Mesa, que mantendrá su nombre original, era de pino Tea, fuerte, hermosa y segura de sus cuatro patas. En el centro del mueble se alzaba una Caja Roja, hecha de cartón corrugado. T y L entonces, eran también rojos.
La Mesa se encontraba en la cocina de la casa de la familia B. En esta Cocina además, distinguíamos una Heladera vieja y con hielos marchitos en su interior. Los chicos de la familia B no consumían mucho hielo con sus gaseosas. Los B se habían ido de vacaciones cuatro días antes, animándose a dejar la Casa sola. La Casa entendió su soledad e intentó no aburrirse colocando a T y a L en los extremos de la Mesa. T y L no comprendían por qué, de pronto, mamá Casa los colocó donde los colocó.
T salió del baño, visualizó el Inodoro de arriba, después todo se volvió gris, después marrón como la madera del Piso del hall, seguido por todo el living y al fin, la turbulencia se calmó y se volvió todo rojo.
Distinto fue lo que le pasó a L, que fue sacado de la habitación principal, en planta alta. Vio los peldaños de la Escalera, sintió precipitarse. Luego L se encontró con el Techo. Loza, tirantes. Formas en los nudos. El hall y después todo rojo.
La Casa se echó a dormir. Se cerraron las Ventanas, se silenciaron las Tuberías. L y T estaban atónitos, asustados, con un panorama como nunca antes habían visto.
L y T no se conocían, pero habían sido lo mismo. Habían sido todos los niños de la familia B, habían sido llantos y risas, morisquetas de la señora B, que por cierto era actriz. No estaban acostumbrados a ver toda una misma cosa, sin saltos ni movilidad.
T pudo ver una hormiga por un rato. L no. La Casa despertó temprano y quiso continuar divirtiéndose. Sólo ella y la Caja parecían disfrutar del sufrimiento de T y de L. Los demás habitantes enfurecieron. Sobretodo la Mesa, que fue una suerte de verdugo obligado.
Entonces, cuando la Casa lo quiso, cuando a las tres y treinta lo ordenó, la Caja saltó de la Mesa, y L y T se vieron por primera vez.
Fue muy triste, ya que todos sabemos que sucede cuando dos espejos se miran.